miércoles, 26 de marzo de 2008

Emma, la Búsqueda Eterna

"Pero el ansia de cambiar de estado, o quizá la irritación producida por la prescencia de aquel hombre, fue lo suficiente para hacerle creer que por fin existía en ella la maravillosa pasión que hasta entonces se había mantenido como un enorme pájaro de plumaje rosado, que revolotea en el esplendor de los cielos líricos. por esto, no podía imaginarse que la calma en la que vivía fuese la dicha con la que había soñado."
Esta cita de la novela Madame Bovary me parece reveladora de lo que, al principio no se sospecha, pero que después será repetitivo en el personaje principal: Emma. Al casarse, esta mujer buscaba cambiar de aires, de tierras, de horizontes, de estado. Quería abandonar la calma, una vida sin sorpresas. Al no conseguir en el matrimonio la pasión, el lujo y la sorpresa que esperaba, emprendió una búsqueda incesante que acaso acabaría con su muerte. Buscaba, desesperadamente, la satisfacción. Los deseos de volar, de vivir una vida plena, fueron paulatinamente volviéndose tan excesivos que la sobrepasaron, la arroparon, venciéndola.

El adulterio fue quizá la mejor forma de avivar su llama interior, de abandonar un poco esa mediocridad en la que creía vivir. Sin embargo, también era la infidelidad lo que precisamente hacía soplar el viento de su desgracia. Emma dejaba de ser una mujer, para convertirse en un deseo que andaba, en una hiperbólica voluptuosidad, en una irrealidad. Sus amantes presenciaban esta transformación, inicialmente con admiración, luego con un miedo raro que los alejaba irremediablemente. Espectadores, sus amantes, de un espectáculo de amor incorpóreo que terminaba diluyéndose en una tarde soleada de verano o en un cielo gris de otoño. "Era uno de esos sentimientos puros que no se oponen al goce de la vida, que se cultivan por su misma exquisitez y cuya pérdida aflige más que lo que alegra una posesión real."

La condena de Emma no era sólo la de vivir encerrada en un matrimonio que la irritaba y la aburría enormemente, sino también la de sufrir amores que se quedaban en la búsqueda eterna de satisfacer un deseo inmenso. Confieso que esto me perturbó bastante. Cuando terminé de leer la novela no podía dormir, tal vez por ese miedo femenino a no ser nunca correspondida en esos deseos que tenemos de volar con miradas, con gestos, con caricias, haciendo el amor. Miedo a no poder volar desde lo cotidiano. Me he sentido, en ocasiones, un poco como Emma, buscando que alguien me encienda por dentro, que encuentre el volcán que soy, que llegue de sorpresa y sin permiso.

Emma es todas las mujeres. Aunque no nos parezcamos a ella en su totalidad, su esencia se nos parece. Mientras leía la novela, la amé y la odié como mucha fuerza. Tal vez esto se deba a que así somos con nosotras mismas, nos odiamos y nos amamos con mucha intensidad, a qué mujer no le ha pasado.

Bueno, no quería dejar pasar esta lectura de Madame Bovary por debajo de la mesa. Quise por lo menos dejar algunas de mis impresiones en este blog, quizá luego haga un trabajo profundo acerca de este personaje. Aquí les muestro, para finalizar, algunas citas que me gustaron:

"Emma, por su parte, nunca se preguntó si le amaba. El amor, según ella, debía llegar de improviso, con grandes estruendos y arrebatos, como una tempestad que desencadena sobre la vida, la trastorna, arrastra las voluntades como hojas secas y hunde en el abismo, por completo, los corazones."

"En cada puntada de la aguja había fijado una esperanza o un recuerdo y toda aquella urdimbre de hilos de seda acaso no fuera otra cosa que la continuidad de la misma pasión callada."

"El pesar se adentraba en su alma, lanzando dulce quejidos, como el viento invernal en los castillos abandonados. Sueños que se forja la mente sobre lo que nunca ha de volver. Laxitud que, ante lo inevitabel, se apodera de nosotros. dolor, en fin, que produce la interrupción de un movimiento acostrumbrado, la brusca cesación de una vibración prolongada."

"La palabra es un laminador que alarga siempre los sentimientos."

"Según la diversidad de su humor, mística o alegre, parlanchina o taciturna, arrebatada o indolente, Emma iba despertando en él mil deseos, instintos o reminiscencias. Ella era la enamorada de todas las novelas, la heroína de todos los dramas, esa vaga ella, de los libros de versos."

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